7.2.06

raminez pregunta:
"¿No hay en nosotros una tendencia permanente, que enfrenta descaradamente al buen sentido, una tendencia a transgredir lo que constituye "la Ley" por el solo hecho de serlo?" (citado del cuento de Edgar Allan Poe, El Gato Negro)

edgar:
si bien no has enviado pregunta alguna, has de saber que un cierto raminez se tomó la libertad de prestarse, por no decir robarse, una que escribiste allá por los años en que estabas vivo. y bueno, que quieres que te diga, la respuesta es "no". la tendencia a transgredir la ley no enfrenta al buen sentido, pues "la ley" y "el buen sentido" están lejos de ser la misma cosa, o sinónimos, o términos relacionados, o siquiera parientes lejanos. para no extendernos menos de lo necesario, tomemos un ejemplo: la ley natural. conste que no recuerdo otro oxímoro de la misma calaña. este curioso concepto hace referencia a las leyes de la naturaleza susceptibles de ser conocidas mediante la razón. nótese que dejaremos pasar un gol desde las alturas, pues esta razón de la que hablan no es si no un complemento de la fé (esa que mueve montañas). otras reyertas para otras ocasiones. la ley natural sería simplemente un testimonio de lo posible y lo imposible, nada en lo que nadie pueda meter mano ni someter a discusión. así no más sería la cosa, y a agachar el moño mientras redactamos leyes civiles y penales que sean el más perfecto reflejo de las que dicta la santa madre. si estamos hablando de las leyes de las ciencias naturales, por ejemplo de que el ser humano no puede volar por sus propios medios, vale decir que hay imposibilidades. pero cuando se trata de las ciencias sociales, en realidad estamos hablando de una definición sobre lo aceptable y lo inaceptable, disfrazada con ropas de oveja. la naturaleza es simplemente un gran océano de opciones, y no es más que un descaro de siglos llamar ley natural tanto a la atracción gravitatoria como a la indisolubilidad del matrimonio. conste que esto último no lo dijo un fundamentalista religioso trasnochado, si no un fundamentalista religioso del más alto prestigio que oficiaba como mi profesor de antropología filosófica en 1993, además de decano de la facultad y aspirante a rector de la universidad. para mi, doctor sin militancia religiosa, las cosas son más simples: es posible que dos personas terminen con un vínculo que eligieron voluntariamente, sin que se acabe el mundo? si. es posible que dos o más personas decidan mantener relaciones sexuales, sin que importe cuantas tienen pene y sin que se acabe el mundo? si. es posible que una mujer embarazada termine con la vida de su hijo en gestación, sin que se acabe el mundo? si. son posibles las relaciones incestuosas, el canibalismo y otro montón de prácticas que han sido tabú en casi todo el tiempo y el espacio, sin que se acabe el mundo? si. es posible que se acabe el mundo como consecuencia de las conductas humanas? si. entonces pongámonos de acuerdo civilizadamente respecto a cuales posibilidades queremos aceptar, y volvamos a ponernos de acuerdo cada vez que sea necesario, pero no permitamos que unos iluminados vengan a dictar que no podemos hacer ciertas cosas posibles de hacerse pues va en contra de la ley natural. que ley ni que ocho cuartos, lo único natural acá parece ser la capacidad de algunos de imponer a los demás su propia moral y la capacidad de otros de aceptarlo sin chistar.
atentamente,